El ronquido y la apnea de sueño son dos trastornos respiratorios que afectan la calidad del sueño y la salud de las personas que los padecen. El ronquido es un sonido que se produce por la vibración de las estructuras de la vía aérea superior al pasar el aire durante la respiración. La apnea de sueño es una interrupción breve y repetida de la respiración durante el sueño, que provoca una disminución del oxígeno en la sangre y un despertar transitorio.
Clínica
El ronquido puede ser un síntoma de la apnea de sueño, pero no todas las personas que roncan tienen apnea de sueño. El ronquido puede causar molestias al propio paciente o a su pareja, alterando el descanso nocturno.
La apnea de sueño puede provocar somnolencia diurna excesiva, fatiga, irritabilidad, dificultad para concentrarse, pérdida de memoria, depresión, dolor de cabeza, disfunción sexual y riesgo de accidentes. Además, la apnea de sueño se asocia con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, como hipertensión arterial, infarto de miocardio, accidente cerebrovascular, arritmias cardíacas e insuficiencia cardíaca.
Diagnóstico
El diagnóstico del ronquido y la apnea de sueño se basa en la historia clínica, el examen físico y las pruebas complementarias. El médico puede preguntar al paciente o a su acompañante sobre los hábitos de sueño, la frecuencia e intensidad del ronquido, las pausas respiratorias, los movimientos corporales, los despertares nocturnos, la calidad del sueño y la somnolencia diurna. El examen físico puede incluir la valoración de la nariz, la boca, la garganta, el cuello y el peso corporal. Las pruebas complementarias pueden ser:
- Estudio del sueño: es la prueba más precisa para diagnosticar la apnea de sueño. Consiste en registrar diferentes parámetros durante el sueño, como el flujo de aire, la saturación de oxígeno, la frecuencia cardíaca, la actividad cerebral, el movimiento de los ojos y los músculos. El estudio del sueño puede realizarse en un centro especializado (polisomnografía) o en el domicilio del paciente (poligrafía respiratoria).
- Pruebas de imagen: pueden servir para detectar posibles anomalías anatómicas que dificulten el paso del aire, como el tabique nasal desviado, los pólipos nasales, las amígdalas agrandadas o la retrognatia (mandíbula retrasada). Las pruebas de imagen más utilizadas son la radiografía, la tomografía computarizada y la resonancia magnética.
Tratamiento
El tratamiento del ronquido y la apnea de sueño depende de la causa, la severidad y las complicaciones de cada caso. El objetivo del tratamiento es mejorar la calidad del sueño, aliviar los síntomas, prevenir las consecuencias adversas y reducir el riesgo cardiovascular. El tratamiento puede incluir:
- Medidas higiénico-dietéticas: son recomendaciones generales que pueden ayudar a disminuir el ronquido y la apnea de sueño, como perder peso si se tiene sobrepeso u obesidad, evitar el consumo de alcohol, tabaco y sedantes, dormir de lado o con la cabecera elevada, mantener una buena higiene nasal, seguir una rutina de sueño regular y practicar ejercicio físico moderado.
- Dispositivos de avance mandibular: son aparatos que se colocan en la boca durante el sueño y que adelantan la posición de la mandíbula y la lengua, aumentando el espacio de la vía aérea y facilitando la respiración. Estos dispositivos deben ser ajustados por un especialista dental y se indican para casos de ronquido simple o apnea de sueño leve o moderada.
- Presión positiva continua en la vía aérea (CPAP): es el tratamiento de elección para la apnea de sueño moderada o severa. Consiste en un dispositivo que genera un flujo de aire a través de una mascarilla que se adapta a la nariz o a la boca y que mantiene abierta la vía aérea durante el sueño, evitando las pausas respiratorias. El uso de CPAP mejora la calidad del sueño, reduce la somnolencia diurna, disminuye la presión arterial y previene las complicaciones cardiovasculares.
- Cirugía: puede ser una opción para casos de ronquido o apnea de sueño que no responden a otros tratamientos o que tienen una causa anatómica identificable. La cirugía puede consistir en la extirpación de las amígdalas o el paladar blando, la corrección del tabique nasal, la implantación de un estimulador del nervio hipogloso, la avance de los maxilares o la traqueotomía.
Existe una relación entre la obesidad y el incremento de riesgo de padecer apnea de sueño. Se puede observar que a mayor índice de masa corporal (IMC), mayor es la prevalencia de apnea de sueño en la población. La obesidad es el principal factor de riesgo de apnea de sueño, ya que el exceso de grasa en el cuello y la garganta puede obstruir el paso del aire durante el sueño. Se estima que el 70% de los pacientes con apnea de sueño son obeso
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